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Puedes tener disbiosis intestinal y no saberlo

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La microbiota y la causa de disbiosis intestinal

“Nuestra salud y probablemente, nuestro comportamiento y estado de ánimo, no solo depende de lo que nosotros hacemos y/o comemos (estilo de vida), sino también de lo que nuestro cuerpo hospeda”. Hoy en día, ya se conoce que los seres humanos estamos colonizados por una amplia gama de bacterias, hongos, parásitos eucariotas y virus. La homeostasis o el equilibrio de esta comunidad de microbios que establece una relación mutua con el huésped (individuo) ha llevado a la definición del término microbiota, como aquella comunidad ecológica de microorganismos tanto beneficiosos (“bacterias buenas”) como potencialmente patógenos (“bacterias malas”) que viven dentro de nuestro intestino.

La diversidad de nuestra microbiota es muy cambiante y depende, no solo de la capacidad inmunológica del paciente y su genética, sino también de factores ambientales como la dieta, el estilo de vida, el uso de antibióticos, entre otros… Estos factores actúan de forma perjudicial sobre el ecosistema intestinal, produciendo disbiosis.

 

¿Qué es la disbiosis intestinal? ¿Y qué produce?

La disbiosis intestinal puede definirse como la ruptura del equilibrio o del estado de simbiosis en el que viven las bacterias de nuestro intestino, lo cual va a generar efectos graves sobre la salud si se mantiene de forma sostenida en el tiempo. 

Cuando se modifica el equilibrio de la microbiota o ese estado de simbiosis, lo que se genera es un aumento de la permeabilidad intestinal (el intestino funciona como una barrera física, pero cuando está permeable permite el paso de las sustancias de nuestro intestino a la sangre fácilmente), la cual permite la entrada de los lipopolisacáridos (LPS: es un compuesto abundante en las membranas de las bacterias) y otros productos del metabolismo de las bacterias a la sangre, lo cual va a generar desórdenes inmunológicos e inflamatorios. Si mantenemos este estado inflamatorio por mucho tiempo, estamos fomentando una “disbiosis de baja diversidad”, la cual no es más que un aumento de bacterias patógenas y un estado de inflamación crónica de bajo grado. Si mantenemos este estado a lo largo del tiempo, aumentamos el riesgo y la susceptibilidad a infecciones (ej.: Clostridium Difficile) y enfermedades como la obesidad, el cáncer, las autoinmunes, las cardiovasculares, las hepáticas o incluso las relacionadas con nuestro estado de ánimo (depresión, ansiedad…), etc. 

 

La importancia de la dieta mediterránea

Como se puede ver en la imagen, en España se ha abandonado la tendencia de una dieta Mediterránea tradicional y saludable, rica en productos de origen vegetal altos en fibra dietética como las verduras, las frutas, los cereales integrales… Esta dieta nos permitía tener una respuesta inmunológica regulada y una barrera epitelial funcional, lo cual se traducía en una microbiota intestinal equilibrada y en un buen estado de salud.

Lamentablemente, en los últimos años ha llegado para quedarse el famoso proceso de “occidentalización generalizada”, en el cual se promueve una alimentación basada en un excesivo consumo de proteínas de origen animal, grasas saturadas y trans, azúcares y aditivos alimentarios. Este tipo de dieta genera una desregulación de nuestra respuesta inmune e incrementa la permeabilidad de la barrera intestinal, lo cual lleva a un estado de disbiosis e inflamación, que tarde o temprano termina desembocando en algún tipo de enfermedad.

 

disbiosis intestinal

 

¿Cómo enfrentarnos a este problema?

Para enfrentarnos a este fenómeno de occidentalización de la dieta solo existen estrategias y programas enfocados en la obesidad y no en el verdadero problema: la alimentación no saludable. Se sabe que los alimentos ultraprocesados contribuyen a un aumento considerable del peso, pero ¿Qué pasa con todas aquellas personas que presentan patrones alimentarios inadecuados a lo largo de su vida y no tienen ni sobrepeso ni obesidad? Hoy en día, se ha propuesto la definición del término “obesidad de peso normal” para poder identificar a los individuos que a pesar de tener un índice de masa corporal normal (IMC), presentan comorbilidades asociadas a una mala alimentación (acumulación excesiva de grasa a nivel visceral, hipercolesterolemia, alteraciones de la glucosa o de la presión arterial, entre muchas otras…).

 

¿Cómo podemos tratar la disbiosis intestinal?

Tanto la dieta como la microbiota tienen una considerable influencia en la formación del sistema inmune del individuo y en la regulación del  desarrollo de las enfermedades. Te recomendamos que visites nuestro departamento de nutrición.

La evidencia científica existente sobre este tema nos lleva a concluir que no existen patrones rígidos en la composición de la microbiota intestinal, sino adaptaciones individualizadas de la misma según las características de cada persona. Y es por ello, que más allá de promover un patrones alimentarios específicos (por ejemplo, la dieta Mediterránea, la cual ha demostrado ser la más  saludable y beneficiosa para nuestra flora intestinal), se debe seleccionar aquellos nutrientes que puedan modular positivamente la simbiosis intestinal de cada individuo.  Para ello, debemos tratar de modificar o redirigir las líneas existentes de investigación para poder enfocarnos más en el individuo sano, en sus hábitos alimentarios y en otros factores importantes de su estilo de vida, obteniendo información valiosa que le permita al profesional sanitario intervenir preventivamente en la población para así disminuir la incidencia de enfermedades que impactan negativamente sobre la  salud pública.

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